Patty Fuentes Gimón / Diario TalCual
Foto: Andreina Itriago
"Para resolver el problema de Nueva Tacagua hace falta un ministro de Vivienda que haya pasado por lo menos un año viviendo ahí... que se levante a las cinco de la mañana para poder llegar al trabajo, que se llene los pies de pantano, que cargue potes de agua y suba el cerro pa’ poder bañarse; que cuando haga el mercado esté pendiente de que no vengan ladrones a robar... que sepa lo que es vivir con sueldo mínimo, que tenga que alumbrarse con velas, que tenga familiares muertos por enfermedad... Para ayudar a los tacagüeros lo que hay que tener es sensibilidad humana", expresa Migdalia Figueredo, líder comunitaria de este sector popular.
Mientras habla, se despliegan a la vista calles agrietadas y llenas de basura; con edificios cuyas estructuras presentan graves deterioros y algunos reducidos a escombros, entre los que se cuelan, sigilosas, ratas y culebras.
Hace ya más de 15 años que se detectaron las irregularidades topográficas sobre las que fue construida en 1974 Nueva Tacagua en el municipio Libertador y todavía no se han tomado las medidas necesarias para solucionar la crisis habitacional de los que allí moran.
En marzo de 1999, el reciente electo presidente Hugo Chávez ordenó la implosión de dos edificios y prometió que en un año las 2.800 familias tendrían viviendas dignas.
Poco tiempo después, 347 grupos familiares fueron reubicados en las urbanizaciones Yare I, Yare II y El Manguito I, de Ocumare del Tuy, y en el año 2006 se realizó un segundo desalojo de 672 familias. Pero hasta ahí han llegado las promesas.
Actualmente, en el sector quedan 1.800 familias, lo que representa, aproximadamente, 8 mil personas viviendo, a duras penas, en condiciones precarias.
"El agua viene una vez al mes, los postes no funcionan, el transporte es pésimo, la vía para llevar a los niños al colegio está totalmente deteriorada y casi todas las terrazas están a punto de colapsar. Esto es un curso de supervivencia urbana", denunció Figueredo.
SIN CONSEJO COMUNAL
La líder comunitaria ya no vive en Nueva Tacagua, pues hace tres años se derrumbó la terraza donde ella residía. Pero esto no impide que Figueredo siga luchando por viviendas dignas para los "tacagüeros".
"Mi mamá sigue estando ahí. Dice que no se va a ir a una casa donde tenga que robarse los cables pa’ tener luz. Por esto y porque sé lo que es vivir ahí sigo brindándoles mi mano amiga. Tengo 36 años, de los cuales siete los he dedicado a pelear por la comunidad", asegura.
Durante este tiempo de lucha, Nueva Tacagua no ha podido conformar un consejo comunal por ser una zona de alto riesgo. "Si nos ponemos a organizar un consejo comunal, a nivel político agarran a los primeros cabecillas y ahí comienza el verdadero descontrol. Además, hay personas que lo hacen de corazón, pero hay otras que lo hacen por intereses propios", advierte Figueredo.
Es por esto que la comunidad de Nueva Tacagua decidió organizarse en grupos para atacar un fin común: la vivienda. En cada una de las 21 terrazas que quedan en la zona se formaron equipos para resolver también los problemas de salud, educación y transporte, entre otros.
"Ha funcionado mejor así porque podemos manifestar en las calles y cuando el Gobierno ve que no tiene control sobre esa comunidad porque no tiene fuerza política, no se mete con nosotros, le da miedo. Todo lo que ha logrado Nueva Tacagua ha sido gracias a nuestras protestas", dice.
EL ETERNO PELOTEO
Cada vez que llueve en Nueva Tacagua, la comunidad tiembla ante el riesgo de que sus viviendas y calles se vengan abajo. Con el constante juego de la candelita, el problema no ha sido solucionado: desde diciembre de 2008 la reubicación de las familias está paralizada.
En agosto de 2006, el entonces ministro de Vivienda y Hábitat, Ramón Carrizales, designó al Instituto Nacional de la Vivienda como ente encargado de atender a Nueva Tacagua.
El presidente para ese momento de la junta liquidadora del Inavi, Jorge Isaac Pérez Prado, aseguró que antes del 31 de julio de 2007 saldrían todos los residentes de esa deteriorada urbanización.
"En 2007, todas las familias que quedan en Tacagua serán sacadas y ubicadas en desarrollos habitacionales del Inavi construidos en el estado Miranda o en viviendas adquiridas por mercado secundario a través del Programa VIII", afirmó la gerente de ventas y recaudación del instituto, Yoleiza Landaeta, en una nota de prensa publicada el 12 de febrero de 2007.
Ciertamente, se logró la reubicación de casi 2 mil familias, pero la promesa quedó sólo en palabras. En julio de 2008, Nueva Tacagua volvió a pasar a manos del entonces llamado Ministerio de Vivienda y Hábitat, decisión con la que los "tacagüeros" y los propios trabajadores del Inavi estuvieron en desacuerdo. Por si fuera poco, en marzo de 2009 se creó el Ministerio de Obras Públicas y Vivienda. Una vez más, Nueva Tacagua quedó en el aire.
ESPERANDO EL MESÍAS
"Ni la oposición ni el chavismo nos dan las soluciones que realmente necesitamos. No queremos que nos escuchen más, queremos que nos resuelvan", exige Figueredo, quien considera que ha habido una "mala selección de los funcionarios porque ninguno tiene vocación de servicio. Para ser servidor público se necesita tener buena voluntad".
La vocera asegura que los habitantes de Nueva Tacagua mantienen sus esperanzas vivas. "Aunque lo que hemos recibido son puras promesas y engaños, confiamos en que esto lo resuelve alguien honesto, con valores, humilde y con sentido de pertenencia: que haya vivido todas las experiencias que se viven en los barrios".
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