martes, 20 de abril de 2010

10 en 1: Cifras rojas

Patty Fuentes Gimón / Diario TalCual

1. El pasado fin de semana, 36 fueron asesinadas en Caracas. El homicidio del director del diario 2001, Israel Márquez, no es la excepción. Los asesinatos se han convertido en la tercera causa de muerte en Venezuela, pues cada dos horas y media hay una muerte violenta en Caracas, de acuerdo con las cifras del Observatorio Venezolano de Violencia. Cada fin de semana mueren asesinadas aproximadamente 50 personas en la capital, donde se registran unos 100 homicidios por cada 100 mil habitantes. La tasa mundial ronda los nueve asesinatos por cada 100 mil habitantes. Cuatro de cada 10 hogares ha sido víctima de un homicidio.

2. A pesar de las cifras que ofrecen las diferentes ONG de violencia y de la cantidad de personas asesinadas que llegan a la morgue de Bello Monte cada fin de semana, el Gobierno se niega a aceptar que la inseguridad es un problema que atañe a toda la sociedad. Los cuerpos policiales no ofrecen cifras sobre delitos y crímenes en el país. Pesan como un tabú las prohibiciones “desde arriba” para que ningún funcionario explique este fenómeno desde el punto de vista estadístico. Cuando un organismo policial suministra cifras, por lo general son sesgadas, números trucados que le sirven al ministro de turno para proclamar su “triunfo” sobre la inseguridad.

3. Para los venezolanos resulta fácil cometer un asesinato, pues las armas se consiguen sin ningún problema. De acuerdo con el ex director del Cicpc, Miguel Dao, en Venezuela circulan más de 17 millones de armas ilegales que se consiguen fácilmente con 10, 15 ó 20 mil bolívares fuertes. “Esto facilita la incidencia en delitos. Es un problema que al Gobierno se le fue de las manos. No es lo mal que estamos, sino lo peor hacia donde vamos porque aún no hemos pisado fondo”, expresa.

4. La Fiscalía General de la República, el Ministerio de Defensa y las mismas autoridades del Ministerio de Interior y Justicia dedican sus “jornadas laborales” a complacer los intereses del presidente Hugo Chávez en vez de solucionar los problemas de inseguridad y delincuencia. ¿Por qué no apresan a personas con armamento prohibido, como es el caso de los grupos armados de La Piedrita, Tupamaros, Carapaicas y los que pernoctan en las residencias estudiantiles “Domingo Salazar”, de la Universidad de Los Andes, en Mérida? La respuesta es muy sencilla: los intereses políticos y personales están por delante del bienestar de la sociedad.

5. Las manifestaciones políticas en muchas oportunidades terminan en tiroteos y dejan a varias personas heridas y, en el peor de los casos, mueren algunas otras. Este año comenzó con la muerte de dos estudiantes que protestaban por la inseguridad y la escasez de los servicios básicos en Mérida cuando varios sujetos armados y encapuchados llegaron en moto disparando por doquier y también dejaron varios heridos.

6. Ya ni siquiera asistir a conciertos musicales resulta seguro para los venezolanos. El pasado martes cuatro personas murieron y otras 18 resultaron heridas en un tiroteo que se produjo en Barquisimeto, estado Lara, durante un concierto de reguetón en la avenida Vargas con Venezuela. Todavía se desconocen las causas del enfrentamiento que dejó sin vida a dos menores de 15 y 16 años de edad, y a dos adultos mientras festejaban el último día de Carnaval.

7. Las madrugadas suelen ser los momentos más apropiados para realizar tiroteos. El pasado mes, se registró un intercambio de balas en un local nocturno ubicado en la avenida Francisco Solano López con calle Jabillos, donde murieron tres personas, entre ellas dos efectivos de Policaracas y una mujer, y once resultaron heridas.

8. Muchas veces se trata de muertes por encargo, un tipo de delito común en otros países, pero que se instaló en Venezuela a pesar de que era visto como algo inédito y lejano. Según el criminólogo Javier Gorriño, el sicariato era empleado casi únicamente por narcotraficantes para saldar cuentas y personas con poder adquisitivo. "Autor intelectual que quiere matar a alguien por una venganza. Protegerse judicialmente, prefiere pagar", refiere. La muerte de Andreína Gómez de Guevara, estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello, ocurrido el 31 de mayo de 2007, fue ordenada por una de las dueñas del Bloque De Armas, Milagros De Armas. Fue un crimen pasional, en el que la autora intelectual contrató a los sicarios para asesinar a la pareja de su amante. Recientemente, el homicidio del secretario del Consejo Legislativo de Miranda, Gustavo González, a manos de dos sujetos que se transportaban en una motocicleta, y se estacionaron en un restaurante para llamarlo por su nombre y matarlo, volvió a resaltar la polémica del sicariato como modalidad delictiva en Venezuela.

9. Ir al cine también puede ser peligroso. La sociedad venezolana, cansada de la delincuencia, también posee armas para defenderse. A principios de este mes, aproximadamente a las 11 de la noche, cuando un grupo de personas salió de una sala del cine de Galerías Los Naranjos, dos hombres a bordo de un carro intentaron despojar de su moto a un ciudadano que estaba armado y disparó contra uno de los delincuentes, mientras los otros dispararon por doquier y luego huyeron. Más de 15 personas tuvieron que permanecer dentro de la sala de cine para evitar salir heridas. Esa misma noche, unas horas antes, se había producido otro tiroteo en la entrada principal del Centro Comercial Paseo El Hatillo cuando varios antisociales intentaron hacer un robo, pero fueron sorprendidos por efectivos de la Guardia Nacional que los tenían vistos desde antes. El enfrentamiento, caracterizado por disparos a lo loco, dejó dos muertos y dos heridos.

10. En los barrios ocurren la mayoría de los tiroteos. Muchas veces resultan entre varias bandas armadas o entre las bandas y los cuerpos de seguridad. Mientras unos matan para robar, otros lo hacen para “vengar la muerte” de algún amigo o familiar o simplemente para demostrar “quién es el más fuerte del barrio”. La verdad es que no siempre la policía actúa como debería, sino que interviene poniéndose a la par de los antisociales y, en algunos casos, hasta forma parte de la discusión que los llevó a llegar hasta ese punto.

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