jueves, 10 de febrero de 2011

Un milagro podría liberar a los presos políticos


Patty Fuentes Gimón
Los ojos le brillan cuando ve en su corcho la foto de su hijo. Todavía le cuesta creer que ya lleva casi ocho años viviendo lejos de él. Juegos de beisbol, visitas a la abuela, sus primeros logros en la escuela… Héctor José Rovaín no ha podido disfrutar de ninguna de esas actividades, pues fue privado de libertad por los sucesos de abril de 2002, cuando su pequeño apenas tenía 4 años.

“Son años que no se recuperan. Ahora mi hijo tiene 12 y está en bachillerato. Como vive en Guatire, sólo puede visitarme los domingos. Yo siempre trato de transmitirle mucho ánimo para que no se vaya desmoralizado; le digo que se mantenga en sus estudios y que luche por lo que quiere. Para los niños, los presos son malos, así que tuvimos que explicarle mi situación. Él entiende porque sabe que estoy detenido por la política y que fui sentenciado a 30 años sin pruebas”, relata el ex inspector jefe de la Policía Metropolitana.

La esposa de Rovaín ha sido quien le ha dado fuerzas para no desplomarse. “Ella conoce mi trayectoria y sabe que soy inocente. Lo que me desanima es que ella sufre esta carga sola, quiero estar afuera para ayudarla. Tiene que ocuparse del niño, llevarlo al colegio, hacerle comida y, además, visitarme los domingos”, lamenta.

Su madre, Ildefonsa, no guarda rencor pese a la tragedia que le ha tocado vivir. “Yo sólo deseo que salga ya. Tanto tiempo, tanta angustia, tanta agonía… Todo esto es muy fuerte. Ojalá el presidente Chávez hiciera algo para que lo soltaran”, expresa entre suspiros.

La señora de 69 años se esfuerza en visitar a su hijo con la mayor frecuencia posible. Sin embargo, no puede ir a Ramo Verde todos los fines de semana porque tiene una prótesis en una rodilla que no le permite subir los cinco pisos de la cárcel.

El padre del ex PM de 41 años no desaprovecha ninguna oportunidad para encontrarse con su hijo. Pocos años después de que Rovaín fue apresado, el señor de 74 años perdió la vista a causa de una trombosis. Su condición no ha sido impedimento para que se dirija hacia Los Teques cada quince días.

Reconciliación y diálogo
Rovaín es el encargado del taller de costura en la cárcel, pues además de ocupar las horas de encierro, puede redimir las horas de prisión. Cada uno de los internos lleva la cuenta del tiempo que ha trabajado; sin embargo, el tribunal aún no la ha solicitado, a pesar de que ya pueden optar por un beneficio.

El ex funcionario considera que tendría que ocurrir un milagro para que, con Chávez en el poder, él y los demás policías que se encuentran en Ramo Verde sean liberados. Quizás por esta razón sus creencias religiosas se han acentuado y, constantemente, pide a Dios que lo ayude a salir del centro de reclusión.

“Hace poco, el presidente Chávez habló de la reconciliación y el diálogo. También habla siempre del amor al prójimo y el de Jesucristo. Yo quisiera decirle que una muestra de fe es la libertad de todos nosotros porque la palabra de Dios dice que debemos amar al prójimo porque Él murió en la cruz por nosotros, para redimir el pecado del mundo”, pregona.

Salud desatendida
Muchos de los detenidos en Ramo Verde presentan problemas de salud. Rovaín es uno de ellos. Hace 10 meses, le salió un lipoma de grasa acumulada en la frente que ha crecido sin cesar. Desde entonces, ha estado tramitando la solicitud de traslado a un centro hospitalario, pero el tribunal de ejecución no ha dado respuesta. Por si fuera poco, el ex inspector jefe de la PM sufre de lumbago y tampoco se le aplican sus chequeos regulares.

“Con el problema de Afiuni, todos los jueces se cuidan y esperan instrucciones”
Héctor Rovaín

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