Patty Fuentes Gimón
Sus días son pesadillas y sus noches, fantasías. Al abrir los ojos cada mañana, se da cuenta de que todavía está ahí, acostado en una litera de hierro y con su mirada puesta en una reja, una reja que pareciera querer permanecer cerrada de por vida.
Pero siete años encarcelado no han sido suficientes para que Iván Simonovis pierda las esperanzas de seguir viviendo y de confiar en que, más temprano que tarde, la justicia divina lo devolverá a la calle.
“Ya para la torcida justicia socialista somos cosa juzgada. Judicialmente, llegamos hasta el final”, dice el ex secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, en una entrevista ofrecida a TalCual a través de su esposa Bony, quien le llevó las preguntas al Sebin, donde permanece detenido desde 2004 por los sucesos del 11 de abril de 2002.
─¿Siente usted que los organismos internacionales de DDHH se han ocupado de su caso?
─La justicia internacional tarda, pero estoy seguro de que llegará y cada uno de los juzgadores y violadores de mis DDHH tendrá que enfrentarse a ella.
─¿Puede describir el drama interior que sobrelleva un recluso que tiene la firme convicción de que está condenado a 30 años de prisión, producto de una injusticia?
─Sólo te puedo decir que jamás imaginé la cantidad de días de mi vida que se consumirían en este vetusto edificio, una mazmorra de cemento y hierro, gris, tan gris como el comunismo. No hay explicación lógica a todo esto, sólo que un grupo de resentidos decidieron convertirme en su bandera de éxito.
─El año que viene usted ya podrá optar por medidas alternativas. Tomando en cuenta que estos beneficios no han sido otorgados a los PM detenidos también por los hechos del 11A, ¿qué cree que pase en su caso?
─Yo me he fabricado un modelo mental que consiste en que cualquier juicio de valor entre lo justo o lo injusto no tiene aplicabilidad alguna ante este alevoso Gobierno y tengo absolutamente claro que mi obligación es sobrevivir a esta barbarie judicial. Tristemente, mientras el mundo discute cómo reconocer los DDHH, profundizar las democracias, sembrar principios y valores que garanticen que ninguna persona abuse de otra y que todos tengamos oportunidad y justicia, acá se hace todo lo contrario. La palabra justicia desapareció del diccionario gubernamental y se intenta imponer una sola doctrina.
POLITIZAR LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN
Los siete años de reflexión tras las rejas han hecho que el recluso de 51 años de edad refuerce, con la lectura, sus conocimientos acerca del tema policial y de la situación de inseguridad en el país. Tanto ha sido su aprendizaje que la semana pasada publicó la guía anticrimen "Cómo evitar ser la próxima víctima", ilustrada por el caricaturista Roberto Weil.
“Un día conversando con mi hijo, buscábamos estrategias sencillas que él y sus compañeros pudieran aplicar para evitar encuentros sorpresivos con la delincuencia. En una visita un ex compañero de la PTJ, Jorge Betancourt, me sugirió la idea de escribir un texto. Luego me visitó Weil, quien aceptó apoyarme. Lo que escribía se lo daba a mi familia, ellos me proporcionaban información para actualizarme. Además, leía la prensa que llegaba, así fuera vieja”, relata.
─De acuerdo con su experiencia, ¿cuáles han sido los errores de la política de seguridad de este Gobierno?
─Este Gobierno no ha tenido una política de seguridad pública, sino que opera con base en ensayo y error. Una muestra es que hace unos días (después de 13 años y 150.000 homicidios) se involucró a la Guardia Nacional en otro plan de seguridad, poco creativo porque en los años 80 y 90 ya se hizo y el resultado fue ver muchos GN en la calle pero no se redujo la actividad criminal. Un GN es un militar, su equipamiento personal está adecuado para actividades militares y su arma es un fusil. En el momento de una confrontación ante un evento criminal, no sabe cómo actuar mas allá del uso de ése fusil, no tienen entrenamiento en la aplicación de niveles de fuerza, no sabe cómo reducir a un delincuente en una confrontación cuerpo a cuerpo.
Por otro lado, los nuevos conceptos de prevención de delitos que usan las policías uniformadas se basan en que el policía debe salir a trabajar con objetivos preestablecidos, que obedecen a un trabajo previo de inteligencia policial, saber la hora de mayor incidencia criminal, características de los delincuentes, forma de desplazamiento, vías de fuga, etc. Eso permite al policía anticiparse a la acción delictiva y eso es prevención. La mayoría de las veces el efectivo militar ni conoce el área que se le asigna para vigilar, no porta ni radio.
Yo discrepo de los que opinan que el tema criminal no debe politizarse. Al contrario, es un problema que, por no tener una definición clara de cómo actuar, deja al libre albedrío decisiones que diariamente cobran más y más vidas de venezolanos.
Hay que entender que la política criminal tiene como fin la prevención y la represión de la delincuencia. Es supremamente importante la coordinación efectiva, con todos los operadores de justicia. Sin embargo, eso no funciona así en este Gobierno; de hecho, no existe la cultura de esa coordinación efectiva, que debería abarcar, desde las policías municipales hasta el Tribunal Supremo, pasando por la Fiscalía.
─Si mañana un gobierno distinto al actual lo nombra a usted ministro del Interior, ¿cuáles serían las tres primeras medidas que tomaría?
─Respecto a la gerencia policial y el sistema preventivo, ordenaría la incautación total de armas de fuego y la neutralización de bandas de micromercadeo de drogas. También, establecería un adecuado financiamiento y entrenamiento policial que permita obtener confianza y apoyo de los ciudadanos. Por último, diseñaría e implementaría un sistema de rendición de cuentas que obligue a cada organización de seguridad a informar trimestral y anualmente sobre sus actividades administrativas y operativas.
Respecto al sistema penitenciario y postpenitenciario, recuperaría la planta física de los penales, los cuales están diseñados para 15.000 internos y hay más de 45.000 presos en Venezuela. Acabaría con el ocio penitenciario, reubicaría a la población penitenciaria según la clasificación estándar: máxima, media y mínima seguridad; condenados y procesados. Regionalizaría el sistema penitenciario, como lo establece la ley, y entregaría el resguardo de las cárceles a profesionales del servicio penitenciario.
Respecto al Ministerio Público y Tribunales, incrementaría en por lo menos tres veces más la cantidad de fiscales y jueces; despolitizaría ambos entes para garantizar la autonomía y transparencia de las decisiones. Actualmente hay aproximadamente 2.000 jueces en sus diferentes instancias y se comenten más de 130.000 delitos al año. Si sólo se encursan 10% de esto, sería 13.000 casos por atender entre fiscales y jueces.
─Si compara la extinta PTJ, donde usted se formó, con este Cicpc creado por el Gobierno, ¿cuáles son las diferencias fundamentales?
─Ahora hay menos funcionarios del Cicpc por densidad poblacional que hace 10 años. La sólida génesis de extraordinaria organización es la que ha permitido su supervivencia más de 50 años dando resultados positivos al país. La base del éxito del Cicpc, otrora PTJ, radica en la criminalística; sin embargo, en esta área hay una gran deuda de inversión. El equipo de ADN no se ha puesto a funcionar ni otras tecnologías, como el AFIS (identificación dactilar), que tiene más de ocho años dañado, y el IBIS (identificación e individualización de proyectiles y casquillos) que tampoco funciona.
─¿Qué opina de que se haya eliminado la PM y se haya creado la PNB?
─Pienso que la creación de la PNB ha sido una acertada idea. Eso ayuda a la unificación de criterios, homologación de cargos e incluso a hacer un uso racional de los recursos, presupuesto y equipamiento policial, sólo que a la velocidad que van faltarán muchos años hasta llegar al número mínimo requerido de policías preventivos. Necesitamos no menos de 130.000 policías en Venezuela. Sin embargo, yo apuesto al éxito de esa nueva policía.
Respecto a la eliminación de la PM, si bien es cierto que allí había muchos funcionarios con problemas de conducta, no menos cierto es que los funcionarios de la PM son los que mejor conocen las barriadas caraqueñas. Se debió aprovechar este potencial humano y crear una maxiunidad de inteligencia criminal, que reportara al MIJ. Eso daría importantísima y estratégica información para llegar directo a la delincuencia. Me parece un craso error dejar a esa gente así en el aire, sin empleo, sin ninguna actividad productiva. Eso puede revertirse contra el Estado.
SU FAMILIA SE MANTIENE UNIDA
Tras cuatro años solicitando a las autoridades ser atendido por médicos especialistas, el pasado 5 de septiembre Simonovis fue trasladado a una clínica para hacerse los exámenes que arrojaron que padece de discopatía en la columna vertebral y disminución del espacio intervertebral.
─¿Qué cambios ha habido en su entorno familiar desde que está preso?
─La respuesta a esta pregunta es para llorar. El 19 de noviembre de 2004 dejé a un niño de 11 años, una niña de 7 y a mi esposa Bony. Han pasado 7 años que jamás podré recuperar: Iván ahora es un hombre de casi 19 años que ya está en la universidad; Ivana tiene 14 y, como ella dice, los únicos recuerdos que tiene con su papá son en la cárcel. A Bony le ha tocado ser mamá y papá. Cuando estamos todos juntos soñamos con volver a una vida normal, compartir cumpleaños, día del padre o madre, épocas especiales como ahora, nuestra séptima Navidad separados. Estoy seguro de que luego de esto hasta un sencillo almuerzo en casa lo disfrutaremos enormemente.
─¿De qué se arrepiente Iván Simonovis hoy?
─De soñar en exceso. Tuve una carrera intachable en la PTJ, eso me valió hasta obtener ascensos por méritos extraordinarios, siempre he respetado la ley y en eso baso mi conducta de vida. Pensé que dando lo mejor de mí, sacrificando horas y días que debía estar con mi familia lograría objetivos tangibles en la reducción del delito, pero me equivoqué. El hecho de haberme preparado y estudiado me convirtió en un enemigo de este régimen, con el resultado que todos conocen.
En cuanto a las elecciones presidenciales de 2012, Simonovis opina que “es el momento de dar un impulso amplio y contundente por el futuro de la nación. Confío en mi país y debemos cambiar este hipertrófico Gobierno por uno lleno de talentos para hacer gerencialmente un Estado eficiente y productivo. Ahora tenemos una oportunidad. Oportunidad y responsabilidad van juntas. Y como dicen por ahí: ‘Nos unimos como equipo o moriremos como individuos’”.
“Tengo absolutamente claro que mi obligación es sobrevivir a esta barbarie judicial”
“Este Gobierno ha causado un daño irreversible a mi familia, pero no irreparable”
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