viernes, 25 de marzo de 2011

La violencia se aprende en casa


Patty Fuentes Gimón
El origen de la violencia contra la mujer podría encontrarse en los patrones sociales y culturales de enseñanza sobre lo que significa ser hombre o mujer. Dichos patrones han sido adquiridos desde los principios de la historia, cuando los hombres fueron socializados para ser fuertes y tener el poder, mientras que las mujeres obtuvieron rasgos de debilidad y sumisión.

Un estudio realizado en 2010 por la Organización Panamericana de la Salud reveló que los niños y niñas que crecen en un ambiente agresivo durante su infancia son más proclives a ser víctimas o victimarios de violencia.
“La cultura patriarcal y machista tiene antecedentes históricos muy lejanos; existe desde antes de Cristo”, asegura la directora del Centro de Estudios de la Mujer, de la Universidad Central de Venezuela, Alba Carosio, quien también aclara que toda cultura puede ser transformada.

Carosio no descarta la posibilidad de que, en un futuro, exista una sociedad “más humana y justa, donde los roles se puedan intercambiar, donde el cuidado de la familia, de los hijos y de los ancianos sea asumido por ambos sexos por igual y donde no haya un patrón estricto de conducta para hombres y mujeres”.

La doctora en Ciencias Sociales añade que en esa sociedad los hombres no deben ser necesariamente violentos para mostrar su hombría y masculinidad, y las mujeres no deben ser sumisas ni “someterse a sí mismas a cosas terribles para demostrar su feminidad, sino que debe ser una sociedad amigable y variada”.  

En el caso de Venezuela, la directora del CEM-UCV alerta que “tenemos un problema muy fuerte que es el de la paternidad irresponsable, ya que existe un gran abandono, a causa de la falta de educación de los hombres, sobre la responsabilidad hacia su paternidad”.

Intercambio de roles
La sociedad vive permanente, y muchas veces inconscientemente, en una lucha de poderes. Para evitar que esta situación persista, Isabel Arredondo, filóloga española, recomienda que las mujeres deben tomar distancia de la idealización de la maternidad para que el hombre asuma su paternidad.

Asimismo, plantea la importancia de que las féminas enfrenten la culpabilidad, con el fin de crear una identidad independiente y real. “Las madres suelen decir: ‘Me gustaría terminar mi ponencia, pero mis hijos me necesitan más’. Los hombres, en cambio, señalan: ‘Es mi deber irme a trabajar’”, ejemplifica.

2 de cada tres personas adultas analfabetas son mujeres
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Sólo 28 mujeres se desempeñan como jefas de Estado en el mundo entero

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