martes, 22 de junio de 2010

¡Devuélvanme a mis hijas!


Por: Patty Fuentes Gimón / Diario TalCual

"No señores, no voy a dejar que me quiten a mis hijas sin pelear hasta el final", afirma la periodista Marichina García, quien hace más de cinco semanas fue privada de la guarda y custodia de sus gemelas de 5 años, entregadas "provisionalmente" a su padre.

La medida fue dictada por el juez de primera instancia de la LOPNA para el área metropolitana, Jorge Gustavo Mirabal, quien, a juicio de García, actuó "fuera de su área de competencia, sin la presencia obligatoria de un fiscal del Ministerio Público, sin escuchar la opinión de las niñas, pisoteando la LOPNA y la Constitución" y vulnerando su "derecho a la defensa y al debido proceso".

A principios de abril, Rubén Hernández Remón, padre de las gemelas y esposo de la ministra de Información, Tania Díaz, abrió un juicio en contra de García para privarla de la guarda y custodia de las pequeñas alegando que ellas no estaban asistiendo a la escuela en Caracas, que se habían ido a vivir a Valencia sin darle a conocer la dirección y que temía que las niñas no disfrutaran de su derecho a la educación.

"Decidí mudarme a Valencia un poco porque mis hijas siempre han sufrido de problemas respiratorios y el clima de mi casa en El Hatillo no las favorecía, y otro poco para huir de la presión del padre de las niñas que, definitivamente, quería mantener una cuota intolerable de control sobre mi vida. Así que le avisé que me mudaba y dijo comprender mis razones.

Me comprometí a traer a mis niñas para su visita paterna siempre y cuando él así lo acordara conmigo, y me puse a la orden por si quería llegar a algún acuerdo, pues revisaría el régimen de visitas con un juez de nuestra ciudad de habitación", explica.

La comunicadora social también relata que, en ese momento, le dio al padre la dirección de la nueva vivienda y del nuevo colegio de las gemelas, además de explicarle que seguiría respetando las fechas de visita al hogar paterno. "Nuestra nueva vida arrancó sin mayores problemas en Valencia: las niñas acudieron a un preescolar que queda en la esquina de nuestra nueva casa y el padre disfrutó normalmente de los fines de semana que le correspondían. Todo sin inconvenientes aparentes", dice.

"QUIEREN VIVIR CONMIGO" Marichina García lleva más de cuatro semanas acudiendo a diario a los tribunales, entregando documentos, presentándose con sus abogados en las distintas instituciones gubernamentales y el resultado hasta ahora ha sido "la inhibición de dos jueces, la espera de lapsos y más lapsos procesales y la angustia de una madre que anda de sol a sol buscando alternativas para defender los derechos humanos de sus hijas" con las que, durante este tiempo, sólo ha podido hablar una vez, gracias a la intervención de una jueza, y las ha podido ver en dos oportunidades en los tribunales.

"Me hacen sentir como si fuera una delincuente, pues el padre tuvo el buen talante de exigir visitas supervisadas y prohibición de apariciones públicas, manifestaciones o noticias que mencionen el caso, so pretexto de proteger la integridad y confidencialidad de las niñas... y la juez 14 ha decidido, no sólo no declinar competencia a Valencia, que es donde vivimos nosotras, sino prohibirme volver a ir a los periódicos y medios de comunicación social, además de prohibir un derecho que tienen todos los ciudadanos de esta noble tierra, que es el de protestar. Algunas de mis gestiones tal vez van a avanzar hacia la justicia, otras se quedarán dormidas en algún escritorio... pero no voy a desfallecer", insiste.

La periodista pide apoyo de todo el que pueda ayudarla a recuperar a sus hijas y asegura que ellas quieren regresar a la casa de su madre. "Creo que este abuso de poder no es un problema del gobierno actual sino de algunos funcionarios que creen que vivimos en la España de Franco o en Chile de Pinochet. Estamos en Venezuela, tierra de gente buena y solidaria que me ha acompañado en esta lucha defendiendo los derechos de mis hijas, su derecho al estudio, al contacto con su madre, a la felicidad, a ser oídas, a la defensa, a la salud. Esas son las morochitas que necesitan a su mamá; así lo declararon cuando, después de la arbitraria medida, fueron llevadas a los tribunales. Quieren vivir conmigo, en su casa e ir a su colegio en Valencia", añade.


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