Patty Fuentes Gimón
Foto: Saúl Uzcátegui
Lo que parecía difícil de resolver tomó su camino de la manera más informal. Un mensajito de Twitter inició el diálogo que puso fin a la huelga de hambre de los estudiantes frente a la OEA. No fue sino hasta que el dirigente de la protesta Lorent Saleh mencionó en la red social al ministro Tareck El Aissami, que éste se dignó a prestar atención a los casi 100 jóvenes que manifestaban en todo el país.
Desde entonces, mantuvieron contacto durante varios días. “Se generaron discusiones, le enviamos nuestras peticiones y concretamos la reunión que fue ese jueves 17 de febrero. Lorent y yo conversamos con él dos horas y media. Al final de la reunión, invitamos a dos de nuestros abogados, Tamara Sujú y Gonzalo Himiob, y establecimos cuál era nuestro mínimo de peticiones”, relata Julio César Rivas, presidente fundador de Javu.
−¿Cuál era ese mínimo de peticiones?
−La venida del secretario general de la OEA, casa por cárcel para la jueza Afiuni y la liberación de todos los presos políticos, pero dábamos alternativas mientras se restablecen las libertades de quienes ya cumplieron más de la mitad de la pena.
−¿A qué se refiere cuando dice que dieron “alternativas”?
−A alternativas jurídicas. Sabemos que la situación de todos los presos políticos es inconstitucional, pero tomamos en cuenta que hay unos que ya han pagado la mitad de la pena, otros que están enfermos y otros que donde están no se les respetan sus DDHH. Dimos alternativas para buscar soluciones inmediatas mientras logramos el objetivo mayor: libertad de todos los presos políticos.
−¿Cómo tomó el ministro El Aissami el planteamiento que le hicieron?
−Rebatió todas nuestras peticiones con argumentos, pero sólo se ponía cerrado en algunos casos, como el de Mazuco y el de los hermanos Guevara. Esas posiciones van en contra de las nuestras porque las personas que administran justicia en el país no son de confiar, así que no es verídico de lo que los acusan.
El joven cuenta que sus abogados dieron “herramientas para que aplicara cosas inmediatas” al ministro, quien se llevó las propuestas y demostró estar comprometido con buscarle solución al problema.
Al día siguiente, El Aissami y el canciller Nicolás Maduro se pronunciaron. Los huelguistas mantuvieron contacto con el ministro hasta que llegaron a un acuerdo pues, aparentemente, el Estado cedería en sus peticiones.
−¿Considera que realmente fueron atendidas todas las solicitudes?
−No podíamos trancar los caminos de diálogo. Vamos a ir conquistando objetivos y, en la medida que lo hacemos, dejamos precedentes para liberar a los demás. El procedimiento más rápido para excarcelar a todos sería una ley de amnistía o un indulto presidencial, pero es complicado llegar a eso en pocos días. Las soluciones del Estado superaron nuestras expectativas porque dieron la posibilidad de liberar a dos diputados y a dos puntos de honor para el Gobierno: Otto Gebauer y “El Cuervo”.
−¿Era necesario levantar la huelga de hambre para que el Gobierno ejecutara esas medidas?
−La huelga la levantamos porque, en un proceso de diálogo y negociación, no se logra nada si tenemos la pistola encima de la contraparte. La huelga representaba una amenaza seria para el Gobierno porque estaban en riesgo nuestras vidas. Así que decidimos darnos una tregua. Levantamos la huelga como muestra de que estamos dispuestos a establecer el camino del diálogo, pero nos mantenemos en los puntos de protesta como diciendo: “No te equivoques porque estamos dispuestos a continuar con las acciones”. Mantendremos la vigilia hasta tener señales suficientes del Gobierno de que podemos trabajar sin necesidad de acciones como esta.
−¿Cree que con estas liberaciones se demuestra que en Venezuela no hay separación de poderes?
−Quizás en el futuro te pueda responder esa pregunta, pero ahorita no. Sin embargo, puedo decirte que esto es algo que hay que apreciar, porque más allá de eso, estamos demostrando que hay presos políticos y, algo más valioso todavía, que cuando tenemos la disposición de hacer respetar las leyes, podemos lograrlo.
“El ministro nos pedía que bajáramos el tono de la protesta, pero nosotros más bien íbamos en avance porque para negociar no era bueno ir en desventaja de fuerzas”
Julio César Rivas, presidente de Javu
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