lunes, 23 de agosto de 2010

Presos y con mala alimentación

Por: Patty Fuentes Gimón / diario TalCual

El estómago de Joseíto reclama alimento. La comida que le dan en La Planta casi siempre tiene gusanos, pero tiene que comérsela porque no hay otra. Espera con ansias que llegue el domingo, día en que su madre irá a visitarlo. Sus arepitas no las cambia por nada.

La situación de Joseíto no es más que una pequeña muestra de lo que viven casi 40 mil reclusos en Venezuela. "La comida que dan en las cárceles es muy mala. Preparan alimento para 300 personas donde hay más de mil.

Los internos sobreviven porque los familiares son los principales proveedores de comida en las prisiones", explica Carlos Nieto Palma, director de la ONG Una Ventana a la Libertad.

Que no sea suficiente la comida que ofrecen parecer ser consecuencia directa del escaso presupuesto destinado para este fin. La semana pasada, el presidente Chávez informó que aprobó BsF 47 millones para cubrir los gastos alimenticios de los privados de libertad.

Este monto repartido entre los 130 días que quedan del año y dividido entre los 40 mil reos del país, da como resultado un poco más de BsF 9. Si a esta cifra se le suman los otros BsF 9 que ya estaban destinados para la comida de cada interno, el total sería de BsF 18 diarios.

"Sigue siendo poco. Si antes el costo por reo era de 2 dólares, ahora será de cuatro, por lo que el dinero no alcanzará para darle desayuno, almuerzo y cena a cada recluso", asegura Nieto Palma.

El artículo 34 de la Ley de Régimen Penitenciario establece que se debe suministrar a los penados "una dieta alimenticia suficiente para el mantenimiento de su salud". Igualmente, el artículo 20, en su numeral 1, de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas, expone que "todo recluso recibirá de la administración, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas".

LA COCINA ES UN NEGOCIO
"Además de que no hay comida suficiente ni una dieta verdaderamente balanceada, mucha gente se lucra de esto. Como todo lo de las cárceles venezolanas, la alimentación es un negocio", denuncia el defensor de Derechos Humanos.

El periodista Leocenis García, quien estuvo detenido en Tocuyito durante más de dos años, no titubea al afirmar que los encargados de la comida "son contratistas relacionados con el Ministerio de Interior y Justicia, que venden con sobrefacturación".

Nieto Palma coincide con esta afirmación y añade que anteriormente las compras de alimentos eran hechas por los directores de las cárceles, pero "eso se centralizó y ahora desde el viceministro de Seguridad Ciudadana hasta la Dirección General de Servicios Penitenciarios se encargan del negocio. Hay un solo proveedor para todas las cárceles. Más plata para menos gente".

Una investigación de Human Rights Watch denominada Castigados sin condena. Condiciones en las prisiones de Venezuela y publicada en 1998, destaca que los reclusos aseguran que "la cocina es un negocio", pues los funcionarios se llevan los mejores alimentos para venderlos a los internos.

El director de Una Ventana a la Libertad no descarta que la comida que se pudrió en Puerto Cabello haya sido servida en los recintos penitenciarios. "He visto cárceles donde dan vísceras, comida vencida, con gusanos y podrida.

Comprar lo más barato para quedarse con buena parte del dinero destinado para la comida carcelaria es parte del negocio", agrega.

SOLUCIONES DE LOS REOS

Pero los internos no se quedan de brazos cruzados. La mayoría de ellos consigue su propia comida a través de sus familiares o de los puestos de venta que ellos mismos han organizado en los penales.

"Los presos suelen utilizar cocinas improvisadas para calentar la comida en sus celdas, a veces un fuego sobre el suelo. En algunas prisiones, vimos a internos cocinando en fuegos de madera, papel o plástico en baños sucios o en áreas con muy poca ventilación", se revela en el estudio de Human Rights Watch.

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