Por: Patty Fuentes Gimón
"Mi prima tiene un mes aquí en el hospital Pérez Carreño. La trajimos porque tenía las piernas hinchadas, dolor de oído, escalofríos y fiebre. En todo este tiempo le han dicho: primero que tenía una bacteria, después que era un tumor en el ojo y, ahora, que es la enfermedad del chipo".
Así relata Belkis Sanoja, quien vive junto a su prima Teresa en el barrio La Pedrera, de Antímano, donde murió un niño de un año de edad de mal de Chagas y se han reportado otros 16 casos: 14 niños de entre tres y cuatro años; la señora Teresa, de 67 años, y la madre del infante fallecido.
Antímano parece ser el único lugar donde se ha presentado esta enfermedad en el último año, pero la realidad podría ser otra.
"Que sólo se sepa de estos casos no quiere decir que eventualmente no haya brotes esporádicos en el resto de Caracas, pues los hábitos del chipo se han hecho más domiciliarios que antes", explica Julio Castro, director de Salud del municipio Sucre y epidemiólogo del Instituto de Medicina Tropical de la UCV.
¿Por qué ahora hay más chipos en las casas? "La cantidad de basura aumenta la presencia de huéspedes intermediarios (como ratas y rabipelados) que sirven de alimentación para el chipo, lo que incrementa la densidad de los transmisores del mal de Chagas alrededor de los ambientes domiciliarios", añade Castro.
Ana Carvajal, de la Red de Sociedades Científicas de Venezuela, considera que en el país ha habido un descuido en la vigilancia epidemiológica de los vectores. "Las medidas preventivas deben estar activas en todo momento. Como no se ha hecho, con el tiempo pueden haber cambiado los hábitos de los mosquitos. En la televisión deberían dar a conocer las medidas de forma constante, para evitar tanto el mal de Chagas como el dengue y la malaria", dice. A su juicio, es importante mejorar las condiciones ambientales que favorecen estas enfermedades en sitios urbanos.
Mientras la viceministra de Redes de Salud Colectiva, Eugenia Sader, afirma que el brote de Mal de Chagas está totalmente controlado en Antímano, los vecinos de esa zona manifiestan lo contrario.
"Anoche atrapamos tres chipos: uno era perdomiciliario (Triatoma maculata) y los otros dos eran silvestres (Pastrongylus geniculatus). Por el sector El Cambural sí fumigaron, pero por este sector, La Basurita, no han venido", denuncia María Troconis.
Belkis Sanoja relata que, en esta semana, ya ha matado dos chipos en su casa, así que tuvo que enviar a su hija de 1 año y 8 meses a la residencia de su abuela para evitar que se contagie.
¿ORAL O VECTORAL?
"Existe Chagas oral y Chagas vectoral. Los síntomas del oral son: fiebre, hinchazón en las piernas o en la cara, arritmia y trastornos intestinales, entre otros. En cambio el vectoral tiene pocos síntomas al principio y, años después de la picadura, se manifiesta con engrandecimiento del corazón o del colon", expone Castro.
La doctora del Instituto de Medicina Tropical estima que los casos presentados en Antímano pueden haberse transmitido vía oral, pues "cuando es por vectores no se presentan brotes, sino que pasa desapercibido y la gente no se entera sino muchos años después.
Su eficacia en transmitir la enfermedad es menos frecuente porque cuando pica, no defeca al mismo tiempo".
MÁS FUERTE QUE EL ODIO
El epidemiólogo de la UCV asegura que no es sencillo prevenir la enfermedad. "Los chipos van a estar siempre, igual que las cucarachas. Es más fácil acabar con el hombre que con los chipos. Lo que se puede evitar es que contagien a los humanos disminuyendo la cantidad de esos animales dentro de las casas colocando telas metálicas en las ventanas", agrega.
Carvajal, por su parte, recomienda que todo paciente con fiebre por más de tres días, se examine para descartar el mal de Chagas. "Todas las mujeres embarazadas del área Metropolitana deben hacerse la prueba. El Gobierno debe hacer estudios epidemiológicos en varias zonas de Caracas para estudiar el chipo y mantener una constante vigilancia de los vectores".
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